Etapas que se cierran y otras que comienzan

carpa

¿Cómo me fue con la experiencia en carpa? Exceptuando por los mosquitos que no dejaron de acecharme aunque me bañé en repelente, ¡fue una de las experiencias más inolvidables de los últimos tiempos!

La chica de ciudad a la que le encanta el mar, pero que nunca había dormido en carpa ni siquiera en el patio de la casa de una amiga, descubrió que era mucho mejor de lo que imaginaba.

En realidad, Nacho se encargó de todos los preparativos, así que solo tuve que llegar y enfrentar mis miedos y prejuicios para empezar a disfrutar. Como acampamos en un camping a pocos metros de la playa en cualquier momento del día se escuchaba el ruido del viento y del mar.

Por la mañana el canto de los pájaros fue el mejor despertador que probé en años (¡me levantaba con buena onda extra para compartir!) y mi rutina de ejercicios de respiración y elongación al atardecer en medio del bosque potenciaron sus beneficios. Me ayudó a entender que aunque viva en la ciudad hay tiempo para todo y bajar las revoluciones depende de nosotros mismos.

Si pensaba que la comida chatarra era parte de los días en carpa, Nacho me demostró lo contrario. Teniendo que cocinar nosotros mismos y sin tantos elementos como en casa, elegíamos mejor los alimentos y las recetas, siempre a base de verduras, granos integrales, frutas y todo lo que fuera fresco y natural.

Pero el viaje en carpa no solo me conectó con la naturaleza y la vida saludable, sino que también me desconectó del celular y las redes sociales (después de buscar wifi el primer día haciendo la parabólica humana, renuncié a la tarea) y me hizo relacionarme con Nacho mirándonos a los ojos, charlando más y descubriendo detalles de su personalidad que pasaban desapercibidos en la vorágine diaria.

No hubo dudas de que esos días fueron un antes y un después en nuestra relación y especialmente para mí. Cuando llegué a casa, me vino a la mente una lista de todas las pequeñas cosas que habían cambiado en mi rutina diaria desde que lo conocí a Nacho.

Quise escribirla para tenerla siempre presente en esos momentos en que los problemas nos abruman y no vemos salida o cuando el mal humor puede más que cualquier comentario positivo (incluso aunque sea de tu novio o amigos). Así que anoté:

-Levantarme más temprano hizo que empezara a disfrutar de los desayunos y acomodara mis horarios del resto de las comidas del día.

-Encontrar mi propio ritmo de actividad física (¡aunque me costó y mucho!) logró que me sintiera más fuerte y con más energía.

-Dar algunas vueltas por el parque cerca de casa durante la semana, incluso cuando algún trabajo no me salía, reactivó mi capacidad creativa ¡y siempre volvía inspirada!

-Haber aprendido pequeños ejercicios de elongación y respiración fueron claves para dejar de lado el estrés del final del día y conectarme conmigo misma.

-Poder reemplazar la comida rápida y congelada por otras opciones más saludables, aprender recetas caseras y animarme a probar alimentos orgánicos fue un camino de ida. ¡Y cada vez quiero aprender más! Además, junto con la actividad física, me ayudó a bajar esos puntos de Colesterol que estaban excedidos.

-En cada encuentro con Nacho me descubrí en una faceta donde pude vencer mi vergüenza, arriesgarme a lo desconocido, derribar mis prejuicios y seguir adelante a pesar de los no de mi cabeza escuchando los sí de mi corazón.

Si todo esto lo había logrado en algunos meses, estaba segura de que con perseverancia (¡y ahora de la mano de Nacho!) siempre que quisiera iba a poder cambiar hábitos y rutinas cotidianos para ir en búsqueda de lo que todos deseamos: vivir un poco mejor cada día.

Guardé el papel con la lista en el cajón de mi mesa de luz y no se lo mostré a Nacho hasta la semana siguiente que llegó a casa con un ramo de jazmines y un cartelito colgando que decía: ¿Nos mudamos juntos?

Aunque no era una propuesta de casamiento, reaccioné como en la mejor película romántica y me colgué de su cuello para abrazarlo y decirle que ¡por supuesto que sí!

Teníamos que decidir dónde (ni su casa ni la mía eran lo suficientemente grandes), y aunque hablamos de muchos barrios porteños, los dos queríamos alguno que fuera tranquilo y que tuviera cerca un lindo parque.

Como toda buena mudanza merece tiempo y dedicación, es hora de cerrar el blog y vivir esta una nueva etapa llena de desafíos que está a punto de comenzar. ¡Estoy segura de que con ella mi lista de cambios positivos crecerá cada vez más!